El cielo de San Millán

IMG_1360

El mayor problema está siempre en la corbata, pero no en el nudo, sino en la longitud. Nunca logro la largura deseada a la primera; a veces queda ridículamente larga, o corta como la de un payaso de circo, así que deshago otra vez el nudo, muevo la tela por mi nuca y vuelvo a intentarlo de nuevo. Por fin consigo la longitud perfecta, me despido del espejo y salgo de casa para coger el coche. En la calle, el cielo y yo nos miramos como se miran los amantes por las mañanas, con descaro y ojos interrogantes, porque quiero que se vayan las nubes, brille el sol y el acto luzca bonito.

Conduzco atento y despreocupado, ya lo escribió Exupéry: “aquel que quiera viajar feliz debe viajar ligero”. Es pronto, y en la ciudad se siente esa calma eléctrica que tienen los días de fiesta antes de que empiece todo. Por las calles desiertas destacan los carteles fosforitos del Circo Holiday como balizas brillantes en un mar de asfalto vacío. Suenan los ‘Foo Fighters’ en el coche, vuelvo a mirar al cielo y antes de darme cuenta abandono la autovía, paso por Tricio, dejo a la izquierda el solitario guardaviñas de Cárdenas mientras al frente se va tejiendo el tapiz verde y amarillo de los campos dibujados en rectángulos perfectos. Aparco. El cinturón de seguridad no me ha arrugado mucho la camisa. La corbata sigue perfecta. Salgo del coche. Me relucen los zapatos. De nuevo en San Millán.

Entro y saludo a amigos de distintos medios. “¡Otra vez aquí!”. Reímos. Cuando me alejo recuerdo otros nueves de junio, una charla con Pedro Vivanco bajo los arcos del patio, o la entrevista a Teresa, la viuda de Miguel Ángel Sáinz, que en medio de todo aquel lío no dejaba de abrazar a sus dos hijos pequeños. Levanto la cabeza y miro por última vez al cielo de San Millán pero ya no estudio el tiempo ni las nubes, ahora sólo me acuerdo de mi madre. Cumplía años en junio. Pienso en su sonrisa y en sus ojos enormes y preciosos. ¿Me verá desde algún sitio? ¿escuchará lo que estoy a punto de decir? Bajo la vista al papel. Hay que empezar:

«Excelentísimo Señor Presidente del Gobierno de La Rioja, Excelentísima Presidenta del Parlamento de La Rioja…”

Carlos Santamaría – Artículo publicado en Diario La Rioja

Deja un comentario